martes, 10 de noviembre de 2009

Vida absurda

Hora: Alrededor de la 1.
Lugar: Autobús (Linea 24)
Cantidad de gente: Demasiada, Overbooking.
Tiempo: Soleado.

Iba yo, sumergido en mi mundo de sueños y fantasía, al que me induce mi querido y amado mp4 (el cual creo que está a punto de fallecer, hoy a dado signos de estar cansado de reproducir una y otra vez la misma mierda. Amen) camino de la universidad.
Por desgracia, y como soy un chico muy educado (y básicamente porque no quedaba ni un puto asiento libre) decidí ponerme en la articulación del autobús (ya que son dos vagones, os podéis hacer una idea de la cantidad de gente que iba) para que los pobres ancianos pudiesen sentarse.
De repente, de la parte de arriba de la articulación, lo que viene siendo el techo... comenzó a salir una especie de vapor humedo, seguramente agua, acompañado de un sonido claro de descompresión (para los que no sepáis cual es probar a leer esto: pfsiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, si lo habeis hecho sabreis cual es, para más énfasis hacerlo en Do bemol).
Y entonces comenzó el pánico (especialmente en la tercera edad)
Un abuelo empezó a empujarme, y a echarme a patadas de ahí (luego me sonrió como diciendo: ha sido un orgullo salvarte la vida)

La gente empezó a chillar: PARA! PARA! PARA! (daban golpes en las ventanas para hacerlo más dramático)
Yo, que soy muy morboso, me senté en un asiento (que milagrosamente se habían quedado vacíos debido al terror del agua y el pitito) y si os soy sincero me quedé mirando esperando algún tipo de explosión (por desgracia no llegó).

El autobusero (no sé como cojones se dice la gente que conduce los autobuses, así que me lo invento) paró (de forma ilegal) en medio de la carretera y abrió las puertas para desalojar el trasto, ya que por los gritos de la gente parecía que había un incendio. La gente bajó, acojonada. Menos cuatro o cinco, jovenes, entre ellos yo, los que supongo teníamos la esperanza de que llegase la explosión y la sangre.

No llegó.

Conclusión: Era una fuga de no se qué. Llegué a escuchar "pues menos mal que ha parado, porque si no podría haberse quedado sin frenos". El autobús nos dejó tirados (más de 100 personas) diciendonos "tranquilos, os recoje el proximo que pase". El siguiente que pasó llevaba otras 100 personas

100 + 100 = Sardinas en lata y un olor a humanidad increible.

Conclusión 2: Me cago en el transporte público.

Pero bueno, son cosas que no podemos evitar. Porque la vida a veces, por no decir siempre, resulta absurda.

2 comentarios:

  1. Enfrentadote al peligro en su máxima expresión... que no te sorprenda que Steven Seagal haga una peli sobre esto en breve xDDDD

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  2. menudo sadista eres no? podía ser que murieses y tú ahí... con la sangre fría de sentarse y ver con tus propios ojos como la gente empiezaba a caer muerta y sentirte desfallecer...

    ni saw, mira xD

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